Las personas somos dinámicas, esto quiere decir que todos los días son distintos. No somos como los robots en el sentido que todos los días son iguales: hay días que nos sentimos mal, días que estamos de mal humor, días que nos sentimos muy productivos, etc.
Cuando entré a trabajar, tenía la mentalidad de dar mi 100% todos los días a toda costa. Al pasar el tiempo (no mucho) me di cuenta que eso era imposible. No despierto todos los días con la misma energía. Lo que sí puedo hacer es esforzarme y dar lo mejor que pueda, pero no siempre va a ser el 100%.
Cuando tomé un rol de liderazgo este pensamiento pasó a ser mucho más relevante, puesto yo podía influir en otros. Una opción (que he visto que toman algunos) es exigirle al equipo su 100% y la otra es ayudarlos a aceptar que no son robots y que juntos podemos lograrlo todo.
En mi opinión, los jefes que exigen el 100% todo el tiempo no logran una buena productividad. Al poco andar las personas se desmotivan y comienzan a mirar otros trabajos, o peor aún, empiezan a trabajar más lento y demorarse más para que les asignen menos tareas.
En mi corta experiencia, y apoyado en todo lo que he leído, la segunda estrategia impulsa a sacar lo mejor de las personas.
Todos los días son distintos, porque no somos robots.