Un consejo común que se encuentra en los libros y que los coach repiten es que tenemos que ponernos metas concretas sobre lo que queremos lograr en la vida. Un cuestionamiento que tengo hace mucho tiempo es si esto realmente ayuda o nos hace perder la humanidad.
Nuestras vidas están compuestas por muchos momentos a los que nos vemos enfrentados. Algunos son buscados y otros llegan por factores externos a nosotros. Pero lo que tienen en común es que pasamos por ellos con distintos niveles de protagonismo, y estos afectan nuestra visión general de la vida. Por ejemplo, las personas que han vivido experiencias cercanas a la muerte (accidentes o enfermedades) suelen volverse más reflexivas y apreciar más cada momento.
Cuando nos fijamos metas concretas en la vida nos puede pasar que dejamos de vivir los momentos que no están alineados a nuestros objetivos y pasamos por dichos eventos insensiblemente: sin humanidad. El excesivo foco en la meta nos lleva a dejar de disfrutar el camino.
Esto no quiere decir que las metas son intrínsecamente malas, es bueno tener una noción de lo que quiero en la vida, pero es sano estar abierto a cambios y estar dispuesto a experimentar. La vida no puede ser una autopista hacia mis metas, mas bien un roadtrip que hay que disfrutar.
Si quieres ver una nueva forma de fijarte metas te invito a leer Atomic Habits de James Clear. Adelanto: la clave no es fijarte metas, sino definir procesos.
Si quieres ver una nueva forma de fijarte metas te invito a leer Atomic Habits de James Clear. Adelanto: la clave no es fijarte metas, sino definir procesos.