Como desarrolladores somos casi siempre muy exigentes con nosotros mismos y queremos estar al día con las últimas tecnologías y buenas prácticas. Este proceso nos impulsa a mejorar constantemente pero tiene costos que no son fáciles de visualizar.
En primer lugar, nunca descansamos. Cuando no estamos trabajando estamos estudiando, y no dejamos espacio al ocio que tan necesario es para evitar el burnout. Si estamos siempre buscando ser productivos no le damos espacio al nuestra mente para descansar (parte importante del proceso de aprendizaje), e incluso podemos sacrificar nuestras relaciones personales porque no les dedicamos tiempo de calidad.
Otro aspecto importante es que si nos quedamos pegados mirando el código que escribimos hace tiempo nos invade un sentimiento de vergüenza porque encontramos que no cumple con nuestros estándares que esperamos. Lo cual nos genera inseguridad. Para combatir esto te invito a mirar tus logros pasados (tu código por ejemplo) con otros ojos: es lo mejor que pudiste hacer con el conocimiento que tenías en ese minuto, y la parte clave: ahora lo puedo hacer mejor. Con mi conocimiento actual soy capaz de identificar falencias y posibles mejoras que puedo aplicar. Esta forma de pensar potencia el crecimiento y motiva a seguir aprendiendo porque puedo ver concretamente cuánto he mejorado.
Adoptando una visión positiva, enfocada en la mejora y no en el estado inicial, vas a tener más ganas de seguir mejorando. La clave es no avergonzarse de tu código antiguo, sino que alegrarse por el camino recorrido.