En Latinoamérica estamos acostumbrados a llegar tarde o que otros lleguen tarde a todas partes. Los europeos y los estadounidenses, sufren cuando vienen porque es normal que las reuniones partan 10 ó 15 minutos tarde. Eso obviamente sumado a que no terminan a la hora.
Organizar una agenda así es un desafío porque nunca sabes a qué hora te vas a desocupar para agendar otra reunión.
Cansado de esto, hace mucho tiempo leí un artículo que planteaba algo interesante: no esperar a los atrasados. Si una persona se atrasa es responsabilidad de ella ponerse al día de lo que se perdió. Me llamó mucho la atención y lo conversé con mi equipo y lo implementamos. Pusimos como umbral 2 minutos (tiempo suficiente para ir al baño si estabas en otra reunión, o para conectarse a Zoom, Meet, etc) para partir la reunión y no esperar a los atrasados. El resultado? Se terminaron los atrasos. Ahora cuando tenemos reuniones en mi equipo estamos todos conectados a la hora y no perdemos tiempo esperando a nadie.
El respeto por los demás incluye respetar su tiempo, por eso funciona muy bien ser puntuales. Esto también es para terminar las reuniones, llegado el minuto del fin terminamos y si quedaron temas pendientes los conversamos en otra oportunidad, no nos extendemos pasando a llevar los demás compromisos que todos pueden tener.
No avalamos la cultura del atraso.